ANALFABETISMO
E INCLUSIÓN FINANCIERA
Por:
Rafael García
El analfabetismo financiero es una condición relacionada
con la falta de conocimientos por parte de ciudadanos como ahorradores e
inversores para entender y aprovechar los beneficios que ofrecen los
instrumentos e instituciones en el mercado internos o local; hacemos referencia
a productos tan elementales como las depósitos bancarios, hipotecas, crédito al
consumo hasta los más complejos o sofisticados. Esta situación se hace cada vez
más evidente en la población de diversos países siendo más notoria en los
subdesarrollados donde los niveles de analfabetismo financiero llegan a
registrar valores superiores al 90% como es el caso de Colombia y México; pero
también países desarrollados llegan a tener cifras de analfabetismo financiero
importantes como es el caso de Estados Unidos, donde el porcentaje supera el 50%.
Ante esta realidad, se hace necesario emprender programas de educación
financiera de manera formal con el objetivo de brindar herramientas a la
población que le permitan tomar decisiones financieras inteligentes y mantener
el control de su futuro financiero.
El analfabetismo financiero propicia engaños al prometer
la ciudadano ganancias sin el control de los riesgos en los cuales se incurre,
este efecto puede generalizarse en las crisis financieras, que surgen ante la
creciente asimetría entre la complejidad de los instrumentos financieros y la
capacidad de entender su funcionamiento; esto ha generado que estigmaticen las
finanzas y surjan medidas populistas que buscas bajo la política de la
regulación del sistema financiero, principalmente el bancario, proponiendo la
eliminación de instrumentos y la penalización de la innovación teniendo esto
consecuencias negativas para el crecimiento financiero personal y del país. En
este sentido, debe ser prioridad de los gobiernos y los centros de formación
como parte de las políticas nacionales brindar a la población educación
financiera.
El analfabetismo financiero se combate con educación que
le permita a las personas evaluar adecuadamente sus decisiones, les garantice
acceder a servicios financieros dentro de sus límites de riesgo y pueden exigir
a los proveedores de instrumentos la innovación y las mejoras de las
condiciones para hacer negocios. Una población educada financieramente es capaz
de hacer uso adecuado de la información generando estabilidad económica;
mejoran los indicadores de ahorro e inversión interna y se propicia una cultura
de trabajo e inclusión financiera. Con una adecuada educación financiera se protegen los derechos de los consumidores, de atender correcta y
diligentemente sus reclamaciones, sino también, procurar la recuperación de la
confianza hoy ciertamente erosionada en las instituciones de los principales
sistemas financieros.
Con la educación financiera se
brinda la autonomía requerida para que las personas realicen con mayor
frecuencia y confianza, actividades de inversión y ahorro que puede complementarse
con el funcionamiento de un marco legal de estricto cumplimiento pero que
propicie la innovación y la pluralidad de instrumentos financieros. El
objetivos de un sistema formal de educación financiera es que los niños valoren
el uso del dinero y procuren el ahorro, que los adultos puedan participar en un
mercado de inversión que incentive el crecimiento empresarial a través de la
emisión de títulos de mercado primario, pero que también se mantenga un mercado
de liquidez sólido al que puedan asistir las personas de la tercera edad para
complementar sus pensiones con ingresos adicional por participaciones de bajos
riesgo.